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SITUACIONES Y DIALOGOS, DE LILIANA PORTER

(18.03.2005-24.04.2005)

La artista argentina Liliana Porter (Buenos Aires, 1941) presentó su obra en la Sala Verónicas con la exposición Situaciones y Diálogos.  Parte de este proyecto, que ya fue mostrado anteriormente en el Palacio Aguirre, incluye obras nuevas de la artista.   En él se analiza, en la línea de trabajo de esta creadora, las lábiles fronteras entre realidad y ficción, entre objeto y representación. El proyecto inicial ha cambiado en parte gracias a la incorporación de obras nuevas, algunas de las cuales se han realizado con posterioridad a la cita cartagenera.

Liliana Porter, a partir de su variada y amplia colección de souvenirs, muñecos y figurillas decorativas, construye escenarios, entre lo lúdico y lo trágico, valiéndose para ello de distintos medios: la instalación, la fotografía, el dibujo o el vídeo.

Nacida en Buenos Aires en 1941 y residente en Nueva York desde 1964, fue alumna de la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano en esa ciudad hasta que viajó con su familia a México, en 1958. Allí se inició en la técnica del grabado como alumna del colombiano Guillermo Silva Santamaría, al tiempo que participaba en un espacio de arte experimental promovido por el artista alemán Mathías Goeritz.

En 1964, de viaje por París, hizo escala por unos días en Nueva York, donde se quedó a vivir desde entonces atraída por las alternativas de vida artística que la ciudad le ofrecía.

Porter llega al Pratt Graphic Art Center dominando ya las técnicas del grabado en metal, y conoce en ese centro al uruguayo Luis Camnitzer, que desarrollaba entonces una especialidad en la xilografía. Poco después será ella quien trasmita los fundamentos técnicos del aguafuerte a Luis Solari, así como unos años antes, en México, había ayudado a realizar su primer grabado al joven dibujante Luis Cuevas.

Junto a Luis Camnitzer y al venezolano José Guillermo Castillo, cofundó en 1965 el New York Graphic workshop, un taller que desarrolló una producción experimental sobre bases programáticas que proponían una crítica conceptual a la circulación social del grabado y del arte tradicional.

El dominio del aguafuerte, la serigrafía y el fotograbado fue el instrumental a partir del cual Porter construyó, desde 1960-63, la refinada poética de su lenguaje. La posibilidad de superponer diversos registros de estas técnicas sobre una superficie plana le permitió jugar con "estratos" de tiempos y lecturas diversas en una misma imagen. Tal es lo que comienza a suceder en el trabajo con el objeto ausente a fines de los años sesenta y, particularmente, en "La llave de los sueños" de 1975, desarrollándose a partir de las citaciones a Magritte, en el correr de esta década.

Porter elabora, desde ese proceso, un sistema imaginal de "cajas chinas" (donde cada continente es a su vez contenido de otro continente, y cada representación puede ser referente de otra representación), valiéndose de una escala de sucesivas figuraciones que va del ilusionismo plano obtenido con el grabado, a la incorporación de trazas directas (generalmente con carbonilla o pastel) y de objetos tridimensionales adheridos a modo de bricolaje.

En su prolífica carrera ha explorado diferentes medios, como técnicas de impresión, fotograbados, técnicas mixtas y assemblages. Indagando los límites entre la realidad y la representación, Porter creó en los años 80 y 90, imágenes inspiradas en objetos de nuestro mundo de la infancia. Bajo su mirada, estas fotografías nos hablan de la memoria y de la percepción de nuestra subjetividad. Porter fue honrada con una retrospectiva de su obra en 1992 en el Museo de Arte del Bronx, Nueva York, y exhibió su obra en muestras individuales en el Museo de Bellas Artes de Caracas, Venezuela, y en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (1970).

Comisaria: Isabel Tejeda