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IR Y VENIR, DE ISIDORO VALCÁRCEL MEDINA

(10.01.2003-16.02.2003)

El artista murciano Isidoro Valcárcel Medina propone un viaje por la memoria a través de una instalación articulada en torno a tres archivadores colgantes llenos de fichas que invitan al espectador a ir y venir a través de conceptos relacionados con su trayectoria artística.

La exposición está concebida como un viaje de tres paradas realizadas en “estaciones” diferentes, tres espacios expositivos periféricos. La Sala Verónicas es la segunda parada de este viaje que comenzó en la Fundación Tàpies de Barcelona y que culminará en el Centro José Guerrero de Granada. Se trata de tres proyectos diferentes para cada uno de los espacios.

En un intento por difundir la obra de Valcárcel Medina, uno de los artistas conceptuales españoles más relevantes, el comisario de la muestra José Díaz Cuyás planteó la posibilidad de realizar una muestra antológica de su trayectoria artística. Como no podía ser de otra manera y teniendo en cuenta la coherencia que caracteriza al artista, éste no aceptó la idea por su creencia de que “la obra ha de ser tan fiel a su momento que sea el momento mismo”. A cambio, Valcárcel Medina ofreció la posibilidad de hacer un recorrido por su trabajo, un “ir y venir” que implica nuestro propio desplazamiento. Así, se presenta la instalación realizada específicamente para nuestro momento y un catálogo (a modo de exposición retrospectiva) que recorre la obra de Valcárcel Medina.

Isidoro Valcárcel Medina (Murcia, 1937) es un artista singular entre los conceptuales españoles. No pertenece, por su edad, a la generación que comienza a finales de los 60 y principios de los 70 a buscar un lugar en la historia del arte español. Sus comienzos se remontan años atrás, al inicio de la década anterior. Valcárcel, partiendo de una abstracción que tendía hacia lo elemental desde sus inicios, evoluciona rápidamente hacia estructuras constructivas caracterizadas por su simplicidad formal. Tiende a lo que en el lenguaje crítico de la época se llamó “reduccionismo”.

En 1964 participa en el Primer Salón de corrientes constructivas. A pesar de su vinculación con los “constructivos” españoles, su obra no se abandonaba al juego exclusivo de las combinaciones formales. Muy pronto comienza a problematizar el estatus de la obra, su valor estetizante y su valor expositivo. En los años siguientes realiza piezas cada vez más simplificadas en su estructura, más primarias. Estas piezas del periodo 68-69 son estructuras realizadas con materiales industriales, depositadas en el suelo y en las que se hace patente el recurso al espacio como ambiente, como referente que condiciona las variables de la obra.

En los Encuentros de Pamplona de 1972 se inicia su siguiente etapa. Pamplona significa un auténtico cambio de rumbo en su práctica artística, a partir de este momento se irá alejando cada vez más de lo que se entiende por estrictamente plástico, para sumergirse en un abanico de manifestaciones de difícil clasificación que abarcan desde la poesía experimental hasta el cine o la cinta magnetofónica.

Su actitud antielitista y antiestetizante se irá radicalizando y cuando en el año 1974 exponga en Séiquer su propuesta consistirá en una audición de sus cintas magnetofónicas y en una serie de 365 imágenes fotográficas, realizada cada una en un día del año, de los relojes electrónicos situados en las vías públicas de Madrid.

Durante estas dos últimas décadas Valcárcel ha seguido trabajando y evolucionando en su proyecto artístico sin desmentir sus posiciones de los setenta. Una continuidad en las posiciones que no implica, por lo menos en su caso, la complacencia en los procedimientos o en las soluciones anteriores.

Comisario: José Díaz Cuyás.

Itinerancia: Centro José Guerrero de la Diputación de Granada.

Organizada en colaboración con la Fundación Antoni Tàpies, Barcelona; y el Centro José Guerrero de la Diputación de Granada.