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JESÚS MARTÍNEZ OLIVA

(14.10.2005-08.01.2005)

La instalación del artista Jesús Martínez Oliva consta de un gran retablo formado con mesas escolares dispuestas una encima de la otra creando tres partes diferenciadas, una central y otras dos menores laterales; en su parte posterior, en una “empalizada de patas”, tres proyecciones de vídeo abordan algunos procesos generadores de subjetividad externos al marco educativo pero tan decisivos como los que se articulan en su interior. La cultura del consumo y el ocio y ciertos aspectos de las fiestas populares, hoy asimiladas a la cultura espectacular, son el punto de partida dichos vídeos.

El primero de los videos recoge el disparo de fuegos artificiales y tracas en época festiva –en concreto una mascletá realizada en la ciudad de Valencia (mascletà en valenciano puede traducirse como machada)-. Paralelamente, Martínez Oliva, que ha vivido algunos años en esta ciudad, observó cómo los ritos festivos que celebra toda la población estaban emparentados con rituales urbanos de los adolescentes, concretamente de los adolescentes varones. Así en un segundo vídeo muestra las carreras de motos que de forma improvisada e ilegal se organizan en las salidas de la ciudad como un desafío al orden y la autoridad, que este artista ha identificado como una rito de acceso a la masculinidad, una actividad que lleva implícita la idea del “hombre macho”.

La tercera proyección es una animación que se apropia de los logos y la estética visual de las campañas de ciertas marcas deportivas con una gran capacidad de generar e imponer modelos identitarios. El ideal deportivo sigue amalgamando una serie de roles y valores masculinistas: fuerza, competitividad, heroicidad, ideal inconmensurable de voluntad de poder (superhombre nietzscheano)...

Como acertadamente escribe Jesús Carrillo en su texto sobre la exposición que  publica el catálogo “Jesús Martínez Oliva subraya la relación paradójica entre la ruidosa violencia y el caos del acontecimiento excepcional y la homogeneidad y racionalidad del orden instituido en el sistema educativo que encarnan los pupitres”; la educación simbolizada en los pupitres es enfocada como el inicio de la construcción de la identidad de género, como momento clave para este proceso de masculinización. El profesor Jesús Carrillo nos habla de “como la escenificación de la individualidad masculina mediante trasgresiones simbólicas del orden social –la conquista de la vía pública mediante carreras de motos, o la invasión visual y auditiva del espacio común- aparece regulada dentro de un sistema normativo que incluye también la disciplina y la sumisión de tales individualidades a un orden superior”.

En las naves laterales de Verónicas encontramos un conjunto de fotografías, dibujos realizados por Jesús Martínez Oliva para este proyecto, mezclados con otros hechos por adolescentes en un espacio que se desenvuelve a la manera de un laboratorio de ideas o de un archivo.

Nos encontramos ante una obra que busca crear una íntima relación con el ámbito expositivo en que se halla inmersa creándose así un diálogo entre el artista, la obra y el espacio en donde ésta se encuentra.